Tras un tiempo parado este blog vuelvo a la actividad. No he parado por vacaciones sino para tener un poco de perspectiva y tratar de investigar un par de cosas que no tengo claras. La actuación de los dos primeros días está llena de sombras y francamente no veo manera de sacar la realidad a la luz... sigo en ello.
Mientras pongo unas cosillas que me han llegado. No firmo ni desmiento ninguna de estas, pero como me han llegado las trascribo. Que cada lector le de la credibilidad que crea oportuna.
Sobre la actuación del "Ria de Vigo"
Investigar es la salida, ahora, para aclarar las presuntas
irregularidades en la actuación del remolcador «Ría de Vigo». Éste dispone de la
exclusividad en su contrato con Sasemar, lo que le permite la percepción anual de
más de un millón de euros, aparte los «premios» que puedan corresponderle por los
salvamentos en los que participe.
La historia en este sentido del «Ría de Vigo» es larga. Y su actuación,
puesta en entredicho en oportunidades tan rocambolescas como, además de la del
«Prestige», el «Casón» en 1986 o, más recientemente, la del gasero argelino «Ramdane
Abane».
En ninguno de estos casos ha habido aclaraciones, aun cuando la
Dirección General de la Marina Mercante abrió un expediente informativo por el caso
del buque argelino. La resolución del expediente nunca se dio a conocer, a pesar del
compromiso en tal sentido contraído por el actual director, José Luis López-Sors.
En lo que atañe al «Casón», el entonces director general de la Marina
Mercante, José Antonio Madiedo, había solicitado una investigación a fondo de los
hechos sin que, al menos hasta el momento, se haya informado sobre la misma.
El ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, ha dicho que la
Abogacía del Estado en A Coruña «tiene el encargo de emprender acciones jurídicas
que proceden» porque considera que el «Ría de Vigo» pudo «incurrir en un claro
incumplimiento contractual».
En este caso, como antes en otros, siempre existen intereses económicos
y familiares que se cruzan y entrecruzan. Casi siempre aparecen en escena los mismos
personajes, los mismos socios, los mismos beneficiarios de ese «río revuelto» en el
que se convierte en demasiadas ocasiones lo que se creó a partir de la necesidad de
ayudar a salvar. Por tanto, de un servicio público. Sin embargo, en esas acciones de
salvamento parece inevitable la presencia de la sociedad holandesa Smit Tack como
complemento de la intervención de los remolcadores contratados por Sasemar a
Remolcanosa. Donde está la Smit Tack aparece, ineludiblemente, la empresa Tecno Sub,
en la que participa como socio Remolcanosa. Y como tal socio se tiene, en función de
lo que los fax cruzados entre la Smit Tack y la armadora del «Prestige» dan a
entender cuando se cierra el contrato para la intervención en el caso, que es cuando
entra en escena el «Ría de Vigo».
Para Remolcanosa, el «Ría de Vigo» se mantuvo «siempre a las órdenes
que recibió de las autoridades españolas». Los salvamentos en los que el «Ría de
Vigo» participa tienen una parte económica (premio) nada desdeñable. En el caso del
«Prestige» podría no ser inferior a los 1.500 millones de pesetas. De este «premio»
participaría también el Estado a través de Sasemar en un 50 por ciento.
Sobre la actuación del capitán del Prestige, según su abogado defensor:
EL CAPITÁN DEL `PRESTIGE´ EVITÓ EL HUNDIMIENTO JUNTO A LA COSTA AL
DESOBEDECER EL RUMBO NOROESTE DEL GOBIERNO
La última refriega parlamentaria sobre el rumbo del Prestige ha
retratado el deambular del petrolero por las costas de Galicia antes de su
hundimiento. Pero más allá del cruce de acusaciones entre Mariano Rajoy y Jesús
Caldera, el resultado final de la catástrofe viene a demostrar que la pericia del
capitán del petrolero, Apostolos Magouras, contraviniendo la orden de la Dirección
General de Marina Mercante, evitó el hundimiento cerca de las costas.
Magouras permanece preso en la cárcel provincial de La Coruña por
delito ecológico y desobediencia a la autoridad. En opinión de su abogado, José
María Ruiz Soroa, especializado en derecho marítimo, su delito no fue otro que
intentar salvar el barco, convencido de que le asistía la razón.
El día 13, a las 17:45, el Prestige toma el remolque del Ría de
Vigo, enviado por las autoridades marítimas. Magouras se negó durante tres horas a
aceptar el amarre hasta que su armador cerró la negociación por el auxilio y le dio
permiso. Desde el primer contacto con los remolcadores hasta que se hizo efectivo el
rumbo noroeste, al día siguiente, el Prestige se acerca a 5 millas de Muxía.
Sobre las 15:00 del jueves 14, el buque fue remolcado marcando 320º.
Navega con el mar de cara. En la madrugada del 15, a las 3:00 de la mañana, doce
horas después, el capitán decide poner rumbo 180º, es decir, sur puro. ¿Por qué?
"Porque al rumbo que lleva está destrozando el buque. El oleaje va golpeando de proa
y en el costado de estribor, donde tiene la vía de agua. El agujero del casco se
abre cada vez más y existe el peligro de que el buque se parta en cualquier
momento", afirma Ruiz Soroa.
En el momento de cambiar el rumbo, el Prestige estaba a unas 60
millas de la costa. Después de navegar 12 horas con máquinas y con viento del norte
contra el costado dañado, Magouras consideró que si no apagaba motores y cambiaba de
rumbo el petrolero se hundiría.
Cinco horas más tarde, a las 8:00 de la mañana del 15 de noviembre,
Marina Mercante llama al capitán y le autoriza a cambiar de rumbo. Siempre bajo la
premisa de alejarse de la costa. En lugar de sur, le marca rumbo suroeste, el
opuesto al marcado el día anterior bajo la guía del primer remolcador.
"La Dirección General no cambió el rumbo de noroeste a suroeste.
Marina Mercante puso el noroeste, el capitán consideró que era imposible continuar
bajo ese rumbo y cambió a sur. Entones intervino Madrid para modificar el rumbo sur
a suroeste", explica un capitán de la Marina Mercante. "El capitán no recibió la
orden de navegar al noroeste; fueron los remolcadores los que sacaron al petrolero
en esa dirección".
Las decisiones de Magouras fueron avaladas unas horas después. El
viernes 15, a las 3:45, los técnicos de la holandesa Smit Savage llegan al petrolero
y confirman lo acertado de parar los motores y poner rumbo sur, dado que las
vibraciones que sufría la estructura del barco abrían cada vez más la grieta del
casco.
Pese a todo ello, el capitán, que permaneció hasta el final en la
cubierta del Prestige, fue encarcelado nada más poner pie en tierra. El Gobierno
tenía ya el chivo expiatorio al que atribuir la responsabilidad del desastre.
Enviado por akin a las 21:51 | 0 Comentarios | Enlace
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